Para poder relacionarnos adecuadamente con los demás primero tenemos que saber relacionarnos con nosotros mismos, para amar a los otros primero tenemos que amarnos, lo mismo ocurre con el respeto… una persona que se relaciona adecuadamente consigo mismo es una persona independiente, pero… ¿cómo se puede ser independiente? La independencia nos la dan los valores, la moral, la ética, una base sobre la que poder basar nuestro pensamiento y conducta, considerar (que no juzgar) nuestro entorno y la relación con los otros.
Dedicar unos minutos al día a pensar de manera explícita sobre nuestros valores, nuestra moral puede llevarnos a una relación más profunda con nosotros mismos… ¿cómo podemos descubrir los valores que realmente nos importan? Se puede hacer de muchas maneras, una es pensar sobre lo que nos gustaría que dijeran sobre nosotros las personas cercanas como nuestros hijos, nuestros padres, pareja, amigos, compañeros de trabajo…..a una persona que va a escribir nuestra biografía.
También podemos buscar información sobre estos temas (filosofía de la moral, historia de la moral, la moral en las diferentes culturas...) puede enriquecer inmensamente nuestra vida.
Estamos ampliamente capacitados para relacionarnos con los demás de una manera gratificante para todos, honesta, integra, en los que todos ganen…. Pero hay que pensar en el tema y decidir hacerlo así.
¿Cómo beneficia la independencia y los valores a la relación con los demás? Si nos relacionamos con los demás desde el respeto, los demás saben que pueden esperar de uno, pueden confiar y la confianza es la base de las relaciones humanas, la honestidad y la integridad se distinguen rápidamente.
Podemos vivir nuestra vida centrados en muchas cosas, unos lo hacen en los hijos, otros en la pareja, otros en los amigos, otros en las cosas que puedan comprar, el aspecto físico… normalmente nos centramos en lo que nos han enseñado que es importante…la otras personas de nuestro entorno son importantes pero no podemos centrar nuestra vida en ellas, las haríamos desgraciadas y lo seríamos nosotros también. Si alguien se centra en la pareja y su estado emocional depende de ella estará pendiente todo el día de lo que hace, de lo que no hace de una manera obsesiva, esto mina la convivencia y mata la confianza, lo mismo ocurre si el centro son los hijos u otras personas…
También se puede estar centrado en el odio a otras personas y esto no hace falta que explique lo tremendamente dañino que puede resultar, no tanto para la persona odiada como para uno mismo, cuando odiamos a quien más dañamos es a nosotros mismos.
Pensar sobre que tipo de persona nos gustaría ser y pensar sobre que tipo de valores y principios morales nos gustaría desarrollar es fundamental para alcanzar el tipo de tranquilidad y serenidad que definen a una persona feliz.
Un beso.
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